Ayer imaginé que una flor crecía
en la amplia estepa de una tierra lejana,
y era una sola flor, una sola, y era ella,
y era amarilla como el coirón,
pero también era blanca como la nieve austral,
y era roja como el cielo crepuscular;
era una flor sola, era ella en la pampa inmensa,
amarilla, blanca y roja, pero también verde,
como el campo virgen y fuiste Claudia Alejandra,
como esperanza, como sol y como inmensidad.