Se ha perdido mi poesía.
Busco la belleza en cada cosa simple
y no encuentro ni música
ni colores en ellas;
tampoco encuentro sus armonías
ni sus aromas singulares.
Siento que he perdido a la poesía.
La tenía en el bolsillo roto
de un abrigo ajado,
viejo y sin lavar.
Y parece que fuiste tú, amado,
quien lo dio a un pobre de Cristo.
Sí, creo que ahí se fue mi poesía.
Me parece verla o sentirla
en cada esquina de la vida,
en cada lugar de la tierra...
debe ser porque ambos
están en todas partes y lugares;
pero fuiste tú, amado, quien
me despojó del color de la música,
de las armonías y de los aromas.
Sé que no quisiste hacerlo,
pero, al fin de cuentas,
como haya sido la cosa,
sigo como antes, sin mi poesía ,
y mi tiempo es tiempo,
y mi vida sólo espacio...
Siento que viajo en un tren
sin rieles ni estaciones,
dando tumbos y sin los destinos
que mi poesía me daba.
Pero... no te atribules, amado.
no fue tu culpa
Debí haberla guardado en el bolsillo
sano de un abrigo nuevo y limpio,
así no estaría, como hoy,
en cada lugar de la tierra,
con cada pobre de Cristo...
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